Cada día se hace más evidente la necesidad de encontrar alternativas energéticas a los combustibles fósiles, que permitan un sistema sostenible, tanto económica como medioambientalmente.

Las consecuencias de nuestro actual modelo energético y el exceso de emisiones de CO2 que conlleva afectan, además, a nuestra salud.

El Informe Anual sobre la Calidad del Aire elaborado por Ecologistas en Acción, afirma que el 94% de la población española respira aire dañino, basándose en los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Esta cifra desciende a una 22% si se tienen en cuenta los parámetros marcados por la legislación europea. No obstante, el informe va más allá: calcula que anualmente, fallecen ocho veces más personas por efecto de la contaminación que a causa de accidentes de tráfico.

El estudio aporta otros datos también importantes, ya que estiman que los costes derivados de la contaminación atmosférica representan entre el 1,7 y el 4,7% del PIB español, cifras nada desdeñables, especialmente en un contexto de crisis como el actual.

Ante esta situación, y entre las distintas medidas que se contemplan para reducir las emisiones de CO2 y sus costes en todos los ámbitos, están los impuestos sobre las mismas (aparte de los que ya abonan algunos sectores específicos), algo que ya existe desde hace años en muchos países de Europa.

Sin embargo, las conclusiones de los expertos que se han reunido durante la celebración del Global Clean Energy Forum, es que tasar las emisiones de CO2, especialmente ante la situación socio-económica actual, no es la solución ideal. Una vez más, se ha hecho hincapié en la necesidad de aplicar las nuevas tecnologías en el mercado, que mejoran enormemente la eficiencia energética de las instalaciones y, por tanto, logran una notable reducción de las emisiones de CO2. Marc Coroler, de Schneider Electric, ha afirmado que «Con la tecnología actual se puede reducir el consumo un 30% y con un retorno de la inversión necesaria para ello en tan sólo 3 ó 4 años».

La propuesta de Remica Servicios Energéticos va más allá, garantizando un 40% de ahorro energético como mínimo.

Con o sin tasas de CO2, el precio de la energía continúa su escalada, por ello la eficiencia energética es la única solución al alcance de todos, porque la energía más barata, es aquella que no se consume, tal como afirmaba The Economist el pasado año.