Hay varias voces que alertan del agotamiento, dentro de unos años, de las fuentes de energía fósiles, así como de conflictos por el acceso al agua. ¿Se trata únicamente de rumores sobre la energía y el agua o tienen una base de realidad?
Lo que está claro es que, para mantener el ritmo de crecimiento urbanístico y demográfico que vivimos en la actualidad, será necesaria mucha energía. Según el World Energy Outlook 2014, elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el año 2040 la demanda energética aumentará un 37%. En esa época, la energía consumida en el planeta vendrá de cuatro fuentes, prácticamente a partes iguales: el petróleo, el gas, el carbón y fuentes de bajas emisiones de dióxido de carbono.
En el caso del petróleo, el informe refleja una cierta inquietud con respecto a que se pueda garantizar la seguridad del suministro ya que dependen cada vez más de pequeños productores. “Será necesario invertir unos 900.000 millones de dólares anuales hasta la década de 2030 en el desarrollo de la exploración y producción del petróleo y del gas para satisfacer la demanda prevista, pero subsisten muchas incertidumbres sobre esa inversión llegará o no a tiempo”, advierten.
La complejidad técnica de ciertas zonas para extraer el petróleo o la situación socio-política de Oriente Medio, región de la que cada vez se extrae más petróleo sobre todo para países asiáticos, son algunas de las circunstancias que más preocupan a los autores del informe, ya que podrían frenar las inversiones necesarias para mantener el suministro a nivel mundial.
Es necesario evitar el cambio climático
Pero la escasez del suministro de petróleo no es lo único que preocupa a los expertos de la Agencia Internacional de la Energía. El consumo energético contribuye a incrementar las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y la contaminación ambiental, unos fenómenos frecuentes en grandes núcleos urbanos, responsables del calentamiento global.
Los investigadores británicos Christophe McGlade y Paul Ekins han calculado la cantidad de dióxido de carbono máxima que admite la atmosfera para no superar el “límite de peligro”. Según sus conclusiones, un tercio de las reservas actuales de petróleo, la mitad de las de gas y más del 80% de las de carbón no deben tocarse en los próximos 40 años para tener al menos un 50% de probabilidades de controlar el cambio climático.
Si se llegasen a consumir estas reservas de combustibles fósiles, se generaría tres veces más dióxido de carbono de lo permitido y la temperatura media del planeta aumentaría más de dos grados. En este escenario, los científicos alertan de que las consecuencias del calentamiento global pueden generar efectos terriblemente graves para el planeta.
La eficiencia energética, la gran esperanza
A pesar de estos datos, hay lugar para la esperanza. La AIE destaca que tanto los avances tecnológicos como la mejora en eficiencia energética son dos herramientas realmente eficaces para combatir el consumo excesivo de energía y, en consecuencia, la contaminación ambiental.
Eso sí, también dejan claro que no tendrán el efecto deseado si no se ponen en marcha medidas al más alto nivel. “Las preocupaciones sobre seguridad y sostenibilidad del suministro de energía no se resolverán por sí solas. Los responsables del diseño de las políticas energéticas, la industria y otros agentes interesados, bien informados, deben actuar”, explican.
El informe destaca la importancia de medidas como las adoptadas en el sector del transporte ya que, actualmente, tres cuartas partes de las ventas de vehículos están sometidas a estándares de eficiencia energética. “Gracias a medidas como estas se espera que la demanda de petróleo para transporte aumente solamente un cuarto, a pesar de que el número de coches y camiones en las carreteras del mundo se duplicará de aquí a 2040”, auguran.
Hay agua para todos, pero mal distribuida
Además de la energía, el agua es un recurso preciado que es necesario cuidar. Sin embargo, en un planeta cada vez más poblado, la producción industrial y el aumento del consumo provocan un consumo desmesurado del agua dulce. Este es el escenario que dibuja el Informe de las Naciones Unidas sobre los recursos hídricos en el mundo 2015, que además augura que en el año 2030 nos enfrentaremos a un déficit mundial del 40% de agua.
Los autores del informe dicen que esta situación no debería producirse ya que existe agua suficiente como para satisfacer las necesidades de todo el planeta. Sin embargo, es necesario cambiar radicalmente el modo en que se usa, se maneja y se comparte el agua. “La crisis hídrica mundial es una crisis de gobernanza, mucho más que de recursos disponibles”, denuncian.
En este contexto, ¿cómo debe actuarse? El Informe de la ONU sugiere adoptar medidas en función de las necesidades hídricas específicas de cada región, sin que esas soluciones supongan una desventaja para otros colectivos.
También destacan que es necesario realizar un análisis exhaustivo sobre los recursos hídricos, con datos científicos, que sirvan para tomar las decisiones más adecuadas. Y las decisiones adoptadas deben poder llevarse a la práctica, y no como sucede actualmente en el que no se han podido aplicar muchos de los planes elaborados.
Además, es necesario concienciar a la población de la importancia de preservar el agua, especialmente en el caso de la industria y los hogares acomodados, dado que el precio del agua suele ser bajo lo que no sirve para persuadir de evitar un consumo excesivo.
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